FILOSOFÍA EDUCATIVA

La base de la Educación Escolar Cristiana es la Biblia, la Palabra de Dios, la cual reconocemos que es inspirada, infalible y perfecta, (2a Timoteo 3: 15-17) por lo que se fundamenta en la autoridad, autenticidad e integridad de ésta. Es pues la Biblia, el fundamento del programa de estudios, la base de toda ciencia, conocimiento y pensamiento (Juan 17: 17).

Creemos que el fin de la Educación Escolar Cristiana es guiar al estudiante a conocer a Dios y Su Verdad, a través de un programa académico que integre la enseñanza de la Biblia como la Palabra inspirada de Dios, esperando que él responda y viva en armonía con la Verdad y sea ejemplo en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza (1a Timoteo 4:12).

Creemos que esta educación está comprometida con la excelencia y con el desarrollo del máximo potencial de los estudiantes, es por esto que su quehacer educativo está alineado con la Verdad de Dios. El currículo de la escuela cristiana es la secuencia de experiencias de aprendizaje que proveen una educación que es académicamente excelente y que fomenta el crecimiento de los estudiantes para su formación espiritual.

La instrucción integrada con la Palabra de Dios, implica enseñar las diferentes áreas del conocimiento de tal manera que los estudiantes desarrollen un pensamiento crítico, destrezas educacionales y una cosmovisión bíblica que les lleve a pensar y actuar bíblicamente. Todo esto, en el marco de un ambiente de madurez y auto – disciplina que favorece el proceso de enseñanza-aprendizaje. Los libros de texto son considerados un componente del currículo y no los que determinan el proceso educativo.

Es nuestra convicción, que la Educación Escolar Cristiana se lleva a cabo con la plena participación de los maestros, los padres y los estudiantes, todos estos sometidos a la autoridad y Soberanía de Dios y Su Palabra.

La Educación Escolar Cristiana debe ser impartida por maestros cristianos cuyas mentes estén siendo continuamente renovadas por la Palabra de Dios (Rom. 12:1-2), ya que ellos transmitirán a sus alumnos la verdad y convicción de vida no sólo con sus palabras, sino también con su ejemplo; por lo tanto, deben comprender, practicar y comunicar los principios de vida bíblicamente establecidos y transmitir la Verdad de Dios fielmente en pureza, amor y sabiduría. Estos maestros cristianos deben ser profesionales competentes que promuevan un ambiente que facilita el proceso enseñanza-aprendizaje en un marco de liderazgo y disciplina redentiva.

Los padres que eligen una educación escolar cristiana para sus hijos, reconocen que Dios les ha dado la responsabilidad de instruir a sus hijos en Su Palabra, meditando continuamente en ella, recibiendo Su dirección y poniéndola por obra (Deuteronomio 6: 6-9); por lo tanto, valoran el apoyo que la educación escolar cristiana les brinda en la responsabilidad y gran desafío que Dios les ha otorgado, y asumen el compromiso significativo de involucrarse directamente en el proceso educativo de sus hijos.

Es nuestra esperanza que el estudiante reconozca que es pecador y que necesita a Jesucristo como Señor y Salvador de su vida (Romanos 3:23-25).  Que reconozca la Biblia como la Palabra de Dios y desarrolle una cosmovisión bíblica que le permita impactar su sociedad para Cristo.

El proceso de enseñanza-aprendizaje se completa, cuando el estudiante asume con responsabilidad las enseñanzas con una actitud de respeto y reconocimiento a Dios y a Su Palabra, muestra sumisión a las autoridades, establece relaciones interpersonales cálidas y genuinas, y muestra apego y cumplimiento a las normas establecidas.