Nuestra posición doctrinal basada en la infalible Palabra de Dios es:
Creemos que la Biblia es la Palabra inspirada por Dios, que es infalible e inerrante y que está centrada en la persona y obra del Señor Jesucristo (2Tim. 3:16; 2 P. 1:19-21; Mt. 5:18; Lc. 24:27,44).
Creemos que hay un solo Dios vivo y verdadero, creador de todas las cosas, que existe eternamente en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo (Deut. 6:4; Is. 45:5-7; Jn. 4:24).
Creemos que Dios el Padre, la primera persona de la Trinidad, ordena y dispone todas las cosas de acuerdo a Su propósito y gracia (Sal. 145:8-9; 103:19; 1 Co. 8:6).
Creemos que Jesucristo, la segunda persona de la Trinidad, posee todos los atributos divinos, y en estos es igual a Dios, y coeterno con el Padre (1Co. 8:6; Jn. 10:30; Jn. 14:9).
Creemos que Jesucristo representa la humanidad y deidad en una unidad indivisible, que nació de una virgen, que Él es Dios encarnado y que el propósito de Su encarnación fue revelar a Dios, redimir a los hombres, y gobernar sobre el reino de Dios (Is. 7:14; Mt. 1:23,25; Sal. 2:7,9; Is. 9:6; Jn. 1:29; Fil. 2:9-11).
Creemos que Jesucristo es El Salvador, que libra de pecado a todos los que a Él vienen, que la salvación es un don de la gracia de Dios, comprada con la sangre de Cristo y otorgada gratuitamente a todos los que ponen su fe en Su obra consumada en El Calvario (Miqueas 5:2; Colosenses 2:9; Juan 1:12; Romanos 8:15; Gálatas 4:5; Efesios 1:7; Efesios 2.8-10).
Creemos que nuestro Señor Jesucristo llevó a cabo nuestra redención por medio del derramamiento de Su sangre y de su muerte sacrificial en la cruz (Jn. 10:15; Ro. 3:24-25; 5:8; 1 P. 2:24).
Creemos que el Espíritu Santo es una persona divina, eterna, no derivada, que posee intelecto, emociones, voluntad, igual al Padre y al Hijo en todos los atributos divinos (1 Co. 2:10-13; Ef. 4:30; 1 Co. 12:11; Mt. 28.19, Hch. 5:3-4; 28:25-26; 2 Co. 13:14, Jer. 31:31-34).
Creemos que la iglesia es el cuerpo de Cristo, y Él es Su cabeza, que es un organismo espiritual único diseñado por Él y constituido por todos los creyentes que han nacido de nuevo (Ef. 1:22-23; Col. 1:18; Ef. 2:11-3:6).
Creemos que todos los creyentes son llamados a servir a nuestro Señor Jesucristo (1Corintios 15:58; Efesios 4:12; Apocalipsis 22:12).
Creemos que la regeneración es una obra sobrenatural del Espíritu Santo mediante la cual la naturaleza y vida divinas son dadas. Es instantánea y llevada a cabo únicamente por el poder del Espíritu Santo a través de la Palabra de Dios (Jn. 3:3-7; Tito 3:5; Jn. 5:24).
Creemos que la justificación ante Dios es un acto por medio del cual Él declara justos a aquellos que por la fe en Cristo se arrepienten de sus pecados y le confiesan como su Salvador y Señor soberano (Ro. 8:33; Lc. 13:3; Hch. 2:38; 3:19; 11:18; Ro. 2:4; 2Co. 7:10; Ro. 10:9-10; 1 Co. 12:3; 2 Co. 4:5).
Creemos que todo creyente es santificado (apartado) para Dios y declarado santo por medio de la justificación. Esta santificación es posicional e instantánea y tiene que ver con la posición del creyente, no con su vida práctica actual o condición (Hch. 20:32; 1 Co. 1:2, 30; 6:11; 2 Tes. 2:13; He. 2:11; 3:1; 10:10, 14; 13:12; 1 P. 1:2)
Creemos también en la santificación progresiva mediante la cual el estado del creyente es traído a un punto más cercano a la posición que disfruta por medio de la justificación. A través de la obediencia a la Palabra de Dios y la capacidad dada por el Espíritu Santo, el creyente es capaz de vivir una vida de mayor santidad en conformidad a la voluntad de Dios, volviéndose más y más como nuestro Señor Jesucristo (Jn. 17:17,19; Rom. 6:1–22; 2 Co. 3:18; 1 Tes. 4:3–4).